1/7/12

Donando Sangre


Hace muchos años, cuando trabajaba 
como voluntario en un Hospital de
Stanford, conocí
a una niñita llamada Liz quien sufría
de una extraña enfermedad.
Su única oportunidad de recuperarse aparentemente era una 

transfusión de sangre de su 
hermano de 5 años, quien había 
sobrevivido milagrosamente a la 
misma enfermedad.
Había desarrollado los anticuerpos necesarios 
para combatirla.
El doctor explicó la situación al hermano de la niña y le preguntó si estaría dispuesto a dar su sangre a su hermana.
Yo lo vi dudar por solo un momento antes de tomar un gran suspiro y decir:

"Si!  lo haré, si eso salva a Liz."
Mientras la transfusión continuaba, él estaba acostado en una cama 

al lado de la de su hermana, y sonriente mientras nosotros lo 
asistíamos a él y a su hermana, viendo retornar el color a las mejillas
de la niña.
Entonces la cara del niño se puso pálida y su sonrisa desapareció.
Miró al doctor y le preguntó con voz temblorosa:
"¿A qué hora empezaré a morirme?"
Siendo solo un niño, no había comprendido al doctor; él pensaba que le
daría toda su sangre a su hermana. 

Y aun así se la daba.

*DA TODO POR QUIEN AMES...*